ELEFANTE DE PLASTILINA
El dueño de la casa habla solo y se mira
en espejos deformes. Las criadas hablan del dueño y de sí mismas, se
vuelcan en su imagen y cantan para conjurar la amenaza. Nada más
comenzar el encuentro, Modric le pasó la mano al balón y el estadio bajó
al silencio. Una primera posesión muy larga e insinuante amortiguó los
instintos del atleti y despojó a sus jugadores de símbolo y amenaza.
Casemiro se dispuso en una intersección entre el campo y la ciudad, y
desde ahí sostuvo un hemisferio sin esfuerzo aparente. Modric sacaba el
balón jugado, algo tan sencillo para él como abrir una puerta. Arriba le
esperaba Marcelo, que llevó tres pelotas seguidas al absurdo, al centro
frontal contra Godín, y eso es un desperdicio. A Marcelo, tal si fuera
un pianista al revés, el autismo le está comiendo terreno al genio, y
sortea los balones como si oyera una música distinta al resto del
equipo. En el otro lado, Carvajal tenía el latido de partido grande y a
la primera se echó el balón por delante, como si fuera comida para
perros, sorteó al defensa y centró sin rosca, suspendiendo el balón para
que Karim -que adora los objetos que flotan sobre el área- metiera un
cabezazo fulminante, como una tonelada de tierra en las esperanzas de
los rojiblancos.
Cristiano anduvo con tacones y chándal durante
toda la obra. Ni siquiera se dignó a tirar a puerta, excepto las faltas
-obra cúlmen de la opereta- y no quiso meter la pierna para llegar sano
a las batallas en cinemascope. El ataque del madrid fluía
razonablemente, pero sin finalizador y con isco como piedra en el
camino, retrúecano de sí mismo, dando pasitos tan cortos como permite la
ley. Todo el centro del salón estaba ocupado por la ley de hierro de
Benítez. Casemiro llevándose por alto al ramo y a la novia, dejando en
nada esos balones largos, divididos, que ponían al madrid de Anchelotti
de cara a la pared. El Atlético no dibujaba juego alguno. Sólo Correa,
niño sin hombros, desprovisto de huesos en la cintura, se colaba entre
los goznes y hacía dudar a la estructura madridista. Mal rematado,
mestizado con los perros de la calle, Correa parece que juega mientras
huye y se va colando en habitaciones que no estaban reservadas para él.
El Real acabó engullendo cualquier intento del atlético, pero al salir
se encontraba de frente con con la aversión al riesgo que Benítez le ha
contagiado. Todo confluía en Karim, oficiando la mediapunta en un islote
ganado al mar, desde el que no era posible vislumbrar la portería. Los
jugadores blancos se daban la vuelta un segundo antes de que la jugada
virara en sentido contrario. Y así se hubiera llegado a la segunda parte
de no ser por Ramos.
El andaluz fue cegado de nuevo por su
soberbia y perdió el peor balón posible. En salida y contra Torres.
Corrió desaforado para remendar su error y se hizo de nuevo con el
control de la pelota, pero en vez de despejar a casa dios, se dió la
vuelta con elegancia para jugar a los vaqueros, y llegó un indio por
detrás para rebañársela. Ramos entra en barrena y derriba al jugador
rojiblanco cometiendo penalty y jugándose la expulsión. Toda una vida
resumida en unos pocos segundos.
Griezman, chico silencioso,
disparó fuerte y a la derecha, el lugar donde ya estaba keylor, con unos
reflejos superiores al ojo humano. Cuando el balón no había salido de
la bota del francés, el costarricense ya lo había despejado y sus
compañeros corrían hacia él para abrazarlo. Ha virado de paria a tótem, y
ya nadie recuerda el melodrama de los años precedentes.
El real
estaba matando el encuentro de una manera suave y legalista. Así son los
que oponen el derecho a la naturaleza y creen que van ganando. Llegó la
segunda parte y hubo cambios en las formas. Cristiano seguía sin ser
desembalado. Al partido se le comenzaba a transparentar la espina dorsal
y por ahí iban y venían los jugadores. Menos centro del campo, Casemiro
demasiado cerca de los centrales, los interiores madridistas haciendo
la del genio o achicando agua, pero lejos del control de la primera
parte. El atlético no encontraba los caminos pero sus jugadores
comenzaban a echar fuego donde antes sólo había pisadas. El canto de la
grada se metió por todas partes, enredando, llevando el caos al
encuentro y partiendo la estructura de Benítez. Apareció otra realidad.
El madrid tiene mucha plastilina que funciona como cebo para elefantes.
Kroos defiende como las señoritas de avignon posaban. Modric saca cubos
con agua y se encharca con los de sangre. Y Casemiro se desgajó de la
corteza terrestre, pero no tiene edad para mandar a los demás, así que
siempre hay espacio para el chut desde la frontal y el rebote pérfido en
el área, por mucho que el equipo atenace el espacio mejor que el de
Anchelotti.
Sale Gareth y se va Isco, gris marengo y algo atocinado todo el partido.
La posibilidad de la carrera del galés, estaba ahí, y eso cambió el
escenario durante un rato. Se volvieron a equilibrar las posiciones y
hubo un juego de pelota espectral que no acababa de herir a nadie.
Florecieron los espacios a la espalda de los interiores y Jackson,
recién salido, estuvo a punto de reventar la portería madridista con un
disparo con demasiado tiempo para pensar. El partido estaba para algo y
Benítez decidió sacrificar al débil. Cultura de la transición, pacto
político que no incendie la imagen pulcra cosida con esmero. Karim, con
la barba cerrada y la mirada del que sabe, salió cabizbajo pero no
vencido. El niño ya no está. Ahora hay un hombre y con él deberá
negociar Benítez.
Saltó Kovasic, y nadie lo supo. El madrid se
quedó sin quien le ordenaba los ataques, el que ejercía de portaaviones
para que despegaran las contras, y sin el único delantero que mordía a
los centrales. Un partido contra el atleti de Simeone es algo muy
delicado. Basta con quebrar una parte de tu ecosistema para que entre la
rabia por ahí. Fue Arbeloa el que perdió una pelota en el centro del
campo. Lo anunciaron por megafonía. El lateral está sin ritmo y subraya
sus gestos como las actrices decadentes. Kroos no hizo nada por parar la
avalancha. Él nació mediapunta y a veces se nota. Arbeloa corrió parejo
a Jackson sin poder evitar que remontara el curso y llegara a la raya
del final. Desde allí, el colombiano metió un centro jodido para todos.
Malo para el portero que se encuentra con varios cuerpos que atravesar.
Malo para el delantero que no encuentra la forma del remate. Horrible
para el defensa que está entre dos aguas, e inmejorable para un segundo
atacante que encare el problema de frente. Eso hizo Vietto y arrampló
con los restos de la jugada hasta gritar gol a pleno pulmón, mientras
corría por el centro nervioso del madrid.
Todo se quebró
definitivamente y el Real no dispuso de contras por la mala disposición
de Cristiano en el mapa de la jugada. Sigue en la izquierda yéndose
hacia dentro, donde es obligado correr, y ya no está para esos trotes.
Gareth, en la derecha tiene demasiados obstáculos y además no estaba
Karim. Nadie coordinaba. Nadie disponía. Hecho para el repliegue y el
contraataque, ese último madrid desocupó los espacios y se dedicó a
echar arena a los enfebrecidos jugadores atléticos que estuvieron a
punto de llevarse la victoria en artículo de Fé.
No fue así y
todo terminó. Cristiano, tan engalanado los días precedentes, olvidó
quitarse los tacones y el Calderón es mal sitio para disimular. Por lo
demás, un partido como una noche electoral. Todos fingieron estar
contentos con el resultado, y lo mejor fue la ausencia de violencia.
Felicitémonos, que hacer el bobo es gratis.
Atlético, 1; Real Madrid, 1
Atlético:
Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe; Gabi, Tiago, Óliver (Carrasco,
m. 46); Griezmann, Torres (Jackson, m. 63) y Correa (Vietto, m. 57). No
utilizados: Moyá, Savic, Siqueira y Saúl.
Real Madrid: Navas;
Carvajal (Arbeloa, m. 41), Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos,
Casemiro, Modric; Isco (Bale, m. 65), Benzema (Kovacic, m. 76) y
Cristiano Nonaldo. No utilizados: Casillas, Jesé, Nacho y Lucas Vázquez.
Goles: 0-1. M.8. Benzema. 1-1. M. 83. Vietto.
Árbitro: Undiano Mallenco amonestó a Gabi, Correa, Juanfran, Vietto, Griezmann, Godín, Sergio Ramos, Varane, Casemiro y Arbeloa.
Vicente Calderón. Unos 54.000 espectadores.