miércoles, 7 de octubre de 2015

ELEFANTE DE PLASTILINA

El dueño de la casa habla solo y se mira en espejos deformes. Las criadas hablan del dueño y de sí mismas, se vuelcan en su imagen y cantan para conjurar la amenaza. Nada más comenzar el encuentro, Modric le pasó la mano al balón y el estadio bajó al silencio. Una primera posesión muy larga e insinuante amortiguó los instintos del atleti y despojó a sus jugadores de símbolo y amenaza. Casemiro se dispuso en una intersección entre el campo y la ciudad, y desde ahí sostuvo un hemisferio sin esfuerzo aparente. Modric sacaba el balón jugado, algo tan sencillo para él como abrir una puerta. Arriba le esperaba Marcelo, que llevó tres pelotas seguidas al absurdo, al centro frontal contra Godín, y eso es un desperdicio. A Marcelo, tal si fuera un pianista al revés, el autismo le está comiendo terreno al genio, y sortea los balones como si oyera una música distinta al resto del equipo. En el otro lado, Carvajal tenía el latido de partido grande y a la primera se echó el balón por delante, como si fuera comida para perros, sorteó al defensa y centró sin rosca, suspendiendo el balón para que Karim -que adora los objetos que flotan sobre el área- metiera un cabezazo fulminante, como una tonelada de tierra en las esperanzas de los rojiblancos.

Cristiano anduvo con tacones y chándal durante toda la obra. Ni siquiera se dignó a tirar a puerta, excepto las faltas -obra cúlmen de la opereta- y no quiso meter la pierna para llegar sano a  las batallas en cinemascope. El ataque del madrid fluía razonablemente, pero sin finalizador y con isco como piedra en el camino, retrúecano de sí mismo, dando pasitos tan cortos como permite la ley. Todo el centro del salón estaba ocupado por la ley de hierro de Benítez. Casemiro llevándose por alto al ramo y a la novia, dejando en nada esos balones largos, divididos, que ponían al madrid de Anchelotti de cara a la pared. El Atlético no dibujaba juego alguno. Sólo Correa, niño sin hombros, desprovisto de huesos en la cintura, se colaba entre los goznes y hacía dudar a la estructura madridista. Mal rematado, mestizado con los perros de la calle, Correa parece que juega mientras huye y se va colando en habitaciones que no estaban reservadas para él. El Real acabó engullendo cualquier intento del atlético, pero al salir se encontraba de frente con con la aversión al riesgo que Benítez le ha contagiado. Todo confluía en Karim, oficiando la mediapunta en un islote ganado al mar, desde el que no era posible vislumbrar la portería. Los jugadores blancos se daban la vuelta un segundo antes de que la jugada virara en sentido contrario. Y así se hubiera llegado a la segunda parte de no ser por Ramos.

El andaluz fue cegado de nuevo por su soberbia y perdió el peor balón posible. En salida y contra Torres. Corrió desaforado para remendar su error y se hizo de nuevo con el control de la pelota, pero en vez de despejar a casa dios, se dió la vuelta con elegancia para jugar a los vaqueros, y llegó un indio por detrás para rebañársela. Ramos entra en barrena y derriba al jugador rojiblanco cometiendo penalty y jugándose la expulsión. Toda una vida resumida en unos pocos segundos.

Griezman, chico silencioso, disparó fuerte y a la derecha, el lugar donde ya estaba keylor, con unos reflejos superiores al ojo humano. Cuando el balón no había salido de la bota del francés, el costarricense ya lo había despejado y sus compañeros corrían hacia él para abrazarlo. Ha virado de paria a tótem, y ya nadie recuerda el melodrama de los años precedentes.

El real estaba matando el encuentro de una manera suave y legalista. Así son los que oponen el derecho a la naturaleza y creen que van ganando. Llegó la segunda parte y hubo cambios en las formas. Cristiano seguía sin ser desembalado. Al partido se le comenzaba a transparentar la espina dorsal y por ahí iban y venían los jugadores. Menos centro del campo, Casemiro demasiado cerca de los centrales, los interiores madridistas haciendo la del genio o achicando agua, pero lejos del control de la primera parte. El atlético no encontraba los caminos pero sus jugadores comenzaban a echar fuego donde antes sólo había pisadas. El canto de la grada se metió por todas partes, enredando, llevando el caos al encuentro y partiendo la estructura de Benítez. Apareció otra realidad. El madrid tiene mucha plastilina que funciona como cebo para elefantes. Kroos defiende como las señoritas de avignon posaban. Modric saca cubos con agua y se encharca con los de sangre. Y Casemiro se desgajó de la corteza terrestre, pero no tiene edad para mandar a los demás, así que siempre hay espacio para el chut desde la frontal y el rebote pérfido en el área, por mucho que el equipo atenace el espacio mejor que el de Anchelotti.

 Sale Gareth y se va Isco, gris marengo y algo atocinado todo el partido. La posibilidad de la carrera del galés, estaba ahí, y eso cambió el escenario durante un rato. Se volvieron a equilibrar las posiciones y hubo un juego de pelota espectral que no acababa de herir a nadie. Florecieron los espacios a la espalda de los interiores y Jackson, recién salido, estuvo a punto de reventar la portería madridista con un disparo con demasiado tiempo para pensar. El partido estaba para algo y Benítez decidió sacrificar al débil. Cultura de la transición, pacto político que no incendie la imagen pulcra cosida con esmero. Karim, con la barba cerrada y la mirada del que sabe, salió cabizbajo pero no vencido. El niño ya no está. Ahora hay un hombre y con él deberá negociar Benítez.

Saltó Kovasic, y nadie lo supo. El madrid se quedó sin quien le ordenaba los ataques, el que ejercía de portaaviones para que despegaran las contras, y sin el único delantero que mordía a los centrales. Un partido contra el atleti de Simeone es algo muy delicado. Basta con quebrar una parte de tu ecosistema para que entre la rabia por ahí. Fue Arbeloa el que perdió una pelota en el centro del campo. Lo anunciaron por megafonía. El lateral está sin ritmo y subraya sus gestos como las actrices decadentes. Kroos no hizo nada por parar la avalancha. Él nació mediapunta y a veces se nota. Arbeloa corrió parejo a Jackson sin poder evitar que remontara el curso y llegara a la raya del final. Desde allí, el colombiano metió un centro jodido para todos. Malo para el portero que se encuentra con varios cuerpos que atravesar. Malo para el delantero que no encuentra la forma del remate. Horrible para el defensa que está entre dos aguas, e inmejorable para un segundo atacante que encare el problema de frente. Eso hizo Vietto y arrampló con los restos de la jugada hasta gritar gol a pleno pulmón, mientras corría por el centro nervioso del madrid.

Todo se quebró definitivamente y el Real no dispuso de contras por la mala disposición de Cristiano en el mapa de la jugada. Sigue en la izquierda yéndose hacia dentro, donde es obligado correr, y ya no está para esos trotes. Gareth, en la derecha tiene demasiados obstáculos y además no estaba Karim. Nadie coordinaba. Nadie disponía. Hecho para el repliegue y el contraataque, ese último madrid desocupó los espacios y se dedicó a echar arena a los enfebrecidos jugadores atléticos que estuvieron a punto de llevarse la victoria en artículo de Fé.

No fue así y todo terminó. Cristiano, tan engalanado los días precedentes, olvidó quitarse los tacones y el Calderón es mal sitio para disimular. Por lo demás, un partido como una noche electoral. Todos fingieron estar contentos con el resultado, y lo mejor fue la ausencia de violencia. Felicitémonos, que hacer el bobo es gratis.

Atlético, 1; Real Madrid, 1
Atlético: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe; Gabi, Tiago, Óliver (Carrasco, m. 46); Griezmann, Torres (Jackson, m. 63) y Correa (Vietto, m. 57). No utilizados: Moyá, Savic, Siqueira y Saúl.
Real Madrid: Navas; Carvajal (Arbeloa, m. 41), Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Casemiro, Modric; Isco (Bale, m. 65), Benzema (Kovacic, m. 76) y Cristiano Nonaldo. No utilizados: Casillas, Jesé, Nacho y Lucas Vázquez.
Goles: 0-1. M.8. Benzema. 1-1. M. 83. Vietto.
Árbitro: Undiano Mallenco amonestó a Gabi, Correa, Juanfran, Vietto, Griezmann, Godín, Sergio Ramos, Varane, Casemiro y Arbeloa.
Vicente Calderón. Unos 54.000 espectadores.